viernes, 2 de julio de 2010

Comunicación no violenta

Estudiante: M. Daniela González Sanahuja. Carné: B02774
Profesor: Adonay Arrieta Piedra.
Curso: Sistemas de Investigación y Razonamiento Jurídico 1.
Tarea: Reflexionar de acuerdo a mi propia vida y al libro: “Comunicación no violenta” en que considero que estoy fallando.

De acuerdo a sus propias vidas, y al libro: “Comunicación no violenta”, ¿En que considera usted que está fallando?

De acuerdo con la lectura de las páginas 50 a la 100 del libro “Comunicación no violenta”, podemos distinguir varios pasos o consejos para hacer que los procesos comunicativos de los cuales formamos parte, se vuelvan más placenteros y evitando al máximo incurrir en discusiones con los demás participantes de la conversación.

El autor Marshall B. Rosenberg nos explica que tener la capacidad de dar a conocer nuestra vulnerabilidad nos puede ayudar a resolver conflictos. Pienso que esa eso constituye un aspecto importante en el que estoy fallando, ya que tal y como se dice en el libro, tiendo a dar explicaciones racionales o lógicas que puedan cambiar la opinión de las personas a las que me dirijo, pero efectivamente muy pocas veces digo lo que realmente siento, temiendo que los demás me consideren demasiado vulnerable y que no cambien sus actitudes o acciones debido a ello. Otro punto que me pareció interesante y con el cual me identifiqué, consistió en el hecho de que muchas veces tiendo a confundir mis sentimientos con los pensamientos. Si me pongo a analizarlo, son muy pocas las veces durante el día en las que verdaderamente expreso mis sentimientos, de acuerdo con la lectura y relacionándola con mi propia vida, pude darme cuenta de que la mayoría de las frases que formulo están orientadas a expresar mis pensamientos. Por lo general, tiendo a usar frases como: “Siento que…” o “Me siento como…” y “Siento como si…”, las cuales nos indica la lectura que se visten de sentimientos y sin embargo, lo que en realidad están expresando son nuestros pensamientos y por lo tanto al utilizarlas seguimos reteniendo nuestros sentimientos. Pienso que el aspecto mencionado anteriormente podría constituir una cosa que puedo cambiar de mi vida o por lo menos mejorar.

A medida que continué con la lectura, me detuve en un punto en el cual, al leerlo pensé que era una cuestión muy obvia y sin embargo nunca me había percatado de eso en toda mi vida. Consiste en que en variadas ocasiones, actuó no precisamente porque algo desde el fondo de mi corazón me diga que tengo que actuar de una u otra manera, sino más bien porque me motiva un sentimiento de culpa. Este tipo de comunicación se da normalmente a nivel de mi familia, donde muchas de las cosas que hago son para complacer a las personas que quiero, para no causarles tristeza o inconformidad y no precisamente porque sea algo que a mi me nazca hacer, es decir no por algo que venga directamente de mi corazón. Pienso que estoy fallando en esto, ya que a pesar de que de esta forma logro que las personas que quiero estén a gusto, no estoy siendo honesta conmigo misma ni con ellos. A mi parecer, hay situaciones en las que uno tiene que abstenerse de hacer lo que uno quisiera en el fondo de su corazón, es decir, cuando constituyan algo nocivo para los demás y hay ocasiones en las que aunque no sea exactamente lo que deseemos, no nos perjudica para nada hacerle un favor a alguien, sin embargo, siempre es mucho mejor que las cosas buenas que hagamos por los demás sean sentimientos puros y no influenciados por algo ni alguien. Por lo tanto, en respuesta a la pregunta de este ensayo, el realizar las acciones motivada por razones exógenas a mi propia voluntad es un aspecto en el que considero que estoy fallando.

Las cincuenta páginas que leí de este libro verdaderamente captaron mi atención, ya que a medida que avanzaba en la lectura, me sentía cada vez más identificada con los diferentes aspectos que el autor va mencionando poco a poco. El texto nos incita a mirar dentro de nosotros y encontrar en nuestras propias vidas todos los aspectos en los que no estamos actuando de la mejor manera posible. Muchas veces, cuando no me siento conforme con algo, o siento que tengo una necesidad no satisfecha en mi vida, tiendo a asociarla con las demás personas, quienes yo sé que pueden satisfacer esa necesidad. Al hacer esto, estoy realizando juicios de esas personas, por la simple razón de no decir explícitamente mis necesidades. El ejemplo que brinda el autor es uno típico, el cual sin duda alguna he usado repetidas veces en mi vida y creo que la mayoría de las personas lo han hecho. Este es: “Tú no me entiendes”, personalmente yo lo uso mucho a la hora de tratar de mis papás, es decir, cuando entramos en conflicto por alguna razón. Al decir esta frase, realmente lo que quiero expresar es que tengo una necesidad de ser comprendida en algún aspecto de mi vida y que ésta comprende una necesidad la cual aún no he tenido por satisfecha. Sin embargo, el autor nos dice que en la comunicación no violenta (CNV) existe lo que se llama “lenguaje positivo” y que éste tiene como una de sus técnicas, el expresar las necesidades a los demás, es decir, decirlas tal y como son, sin emitir juicios de las demás personas. De esta forma a los demás les será más fácil comprender lo que queremos expresar y podremos ver nuestras necesidades satisfechas con mayor facilidad.

Otro tema que relacioné directamente con mi vida, son las diferentes etapas que se atraviesan en el proceso de “pasar de ser esclavos de nuestras emociones a liberarnos de ellas expresándolas”. Marshall nos dice que primero nos encontramos en una etapa de esclavitud en la que nos sentimos culpables de las emociones de los demás. Este punto se relaciona con uno que mencioné anteriormente acerca de realizar acciones con el fin de complacer a los demás. Tal y como lo había mencionado, me ocurre mucho en la relación con mis papás, cuando creo que debo esforzarme para hacerlos felices y esto poco a poco me lleva a considerarlos una carga, es decir personas que constituyen una presión en mi vida, a pesar de lo mucho que los quiero. La segunda etapa del proceso que menciona el autor, es la de “antipatía”, en la cual tenemos un sentimiento de rabia y normalmente queremos dejar de ser responsables de los sentimientos de las demás personas. Pienso que en la edad en la que me encuentro y lo cual posiblemente también les ocurre a las personas con mi misma edad, es que llega un momento en que preferimos no admitir que nos importan los sentimientos de las demás personas y simplemente nos enfocamos en nosotros mismos como centro del universo. Esta es una conducta en la cual, pienso que he mejorado con el paso del tiempo, pero admito que me queda mucho camino por recorrer para poder llegar a corregirla completamente. Por último, la tercera etapa la constituye la liberación emocional, en la cual nos hacemos responsables de nuestras intenciones y acciones, pero libres de responsabilidad de lo que puedan sentir los demás. Es una etapa en la cual además, como menciona el autor, tenemos la capacidad de admitir que no podremos satisfacer nuestras necesidades a expensas de los demás. Personalmente creo que dentro de las relaciones sociales en las que me muevo, hay momentos en los que me expreso con liberación emocional y de este modo puedo construir una comunicación más fluida, sin embargo aún no he logrado que todas mis expresiones se localicen en esta etapa del proceso.

En síntesis, en mi opinión este libro representa un verdadero manual para poder analizar nuestros propios procesos comunicativos con el fin de comprender los fallos en ellos y poder mejorarlos. Me ayudó a ver aspectos en mi forma de expresarme, los cuales a pesar de que inconscientemente siempre supe que estaban ahí, nunca había tenido la oportunidad de analizarlos tan directamente. De esta forma, logré acumular algunas cosas en las que estoy fallando, las cuales poco a poco trataré de mejorar para de esta forma llevar a cabo mejores relaciones sociales con las personas a mi alrededor.

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